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ROD STEWART LLENÓ DE ENERGÍA Y ÉXITOS EN SU REGRESO A CHILE

ROD STEWART LLENÓ DE ENERGÍA Y ÉXITOS EN SU REGRESO A CHILE

El escenario ya impacta cuando se prenden potentes luces rojas junto al sonido de una gaita. La fiesta está por comenzar con un Movistar Arena potente y ansioso de bailar y emocionarse con una inigualable catalogo de éxitos. Sorpresivamente aparece en el escenario, energético y con su icónica cabellera rubia. Rod Stewart ya está en Chile.

A pocos minutos del show pregunta «¿Qué piensan de este traje?», a los 73 años, Rod Stewart aún conserva su encanto. No existe otro artista en el mundo capaz de lucir un modelo floreado de esas características y sobrevivir en el intento. Pero él sí.

Ya no queda mucho de aquel que quería conformar una banda de rock and roll, como canta en «Maggie May». Lo que se ve ahora es un seductor en acción que apuesta siempre al corazón. Al golpe directo y certero. Canciones de amor y hits setenta ochentosos.

El show abre con «Infatuation» y los riffs de Jeff Beck suenan por primera vez en la interpretación de Emerson Swinford, el guitarrista principal de una banda de trece integrantes con amplia presencia femenina.
Hace calor y deja de lado su chaqueta dorada. Ya no recorre el escenario como en sus visitas anteriores. Apela al meneo localizado y a esa voz en las rocas que tanto le dio desde sus comienzos con el Jeff Beck Group hasta su actualidad pasando por esos maravillosos cinco años y medio en los Faces -la banda más fiestera de todos los tiempos, según los cronistas de la época-.

La fiesta sigue con el clásico «Some guys have all the luck» y todos gritan. Luego de recurrir al fraseo de «Tonight´s the night», tema perteneciente A night on the town -el disco de 1976 con el que comenzó a alejarse del rock and roll hacia un estilo más festivo, algo que luego confirmó dos años después con Blondes have more fun-, el músico aprovechó para agradecer y saludar nuevamente al ferviente Movistar Arena.

Es el turno de una de las canciones más esperadas, «Forever young» y luego de otro cambio de vestuario, Rod alarga el tema como una expresión de deseo. El sonido de la guitarra de Beck vuelve para «People get ready».

«Esta la van a cantar conmigo», dice y, con razón, ni bien se escuchan los primeros acordes «The first cut is the deepest», de Cat Stevens. El tandem «I dont wann talk about it» y «Have i told you lately» es demoledor. Están los que se abrazan, los que se miran y esos dos que aprovechan para dares un beso en el momento indicado. «Azul por las lágrimas/ negro, por los miedos de la noche». Hay estrellas.

La banda es perfecta. Las guapas mujeres tocan instrumentos, bailan, cantan y juegan con Rod. Si el músico necesita un descanso se lo dan con creces -su voz es una fuente inagotable-. Otro cambio de ropa y «Soccer time» según anuncian las pantallas -un británico como Roderick no debiera permitirlo. Clásico. El músico patea varias pelotas para distintos puntos -ya no son tantas como años anteriores-. Conrad Korsch aprovecha el momento que no tiene ningún bajista en la historia y juega con el slap. La gente grita. Por las pelotas, claro.

Pasa uno de sus clásicos más viejos -«Maggie May»-, se pone el sombrero y saca a relucir su charmepara «Da ya think i’m sexy'», uno de los momentos más esperados por la gente. «Baby Jane» preanuncia el fin de una noche corta pero siempre agradable. El himno «Salling», lo confirma.

En su regreso a Chile, Rod volvió a dejar en claro su poder de convocatoria -más de 12 mil personas- y su facilidad para conectar ya sea a través de una canción, un paso de baile o un simple traje floreado.

Que se enteren tus amigos!

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